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M A G A Z I N E 
208   Domingo 21 de septiembre de 2003
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BUDISMO | ENCUENTRO CON EL DALAI LAMA
�He tenido 10 propuestas de matrimonio�

Su Santidad el Dalai Lama recibe al periodista como a un amigo de siempre, saliendo al porche de su sencilla residencia de Dharamsala, en La India. En la conversaci�n, el desterrado del T�bet habla de sus sue�os, de pol�tica y se declara a favor del amor gay y el aborto en determinados casos. A sus 68 a�os, este ex miembro del Partido Comunista chino que se decanta por el socialismo, recomienda a musulmanes y cristianos acercarse m�s. En octubre visitar� Espa�a, pero el Gobierno no le recibir� por no enfadar a China, que le considera un separatista peligroso.

por David Jim�nez fotograf�as de �ngel L�pez Soto


De ni�o, a Tenzin Gyatso le gustaba encaramarse hasta una de las terrazas del palacio de Potala, en la capital tibetana de Lhasa, desplegar su viejo telescopio y otear el horizonte hasta dar con el patio de la c�rcel estatal de Shol. Los presos, al descubrirle, sol�an dejar lo que estuvieran haciendo para postrarse en la distancia ante el peque�o monje de sonrisa abierta y brillantes ojos negros que se sonrojaba ante las muestras de devoci�n.

Aquel muchacho travieso acaba de cumplir 68 a�os y conserva intacto el humor infantil que le ha llevado a re�rse tantas veces de esa contradicci�n que le ha perseguido toda la vida: la gente siempre trat�ndole como si fuera un Dios y �l empe�ado en comportarse como si no lo fuera. �No soy m�s que un simple monje�, protesta el XIV Dalai Lama, consciente de que, al menos en esto, no se le hace mucho caso.

La sencilla residencia del l�der espiritual, religioso y pol�tico del T�bet, Premio Nobel de la Paz i989 y s�mbolo de la resistencia no violenta en el mundo, tiene unas envidiables vistas de las puestas de sol del valle de Kangra, en la remota localidad india de Dharamsala, a 8.000 kil�metros de Espa�a. Lo primero que hizo al exiliarse aqu� en i959, tras la invasi�n del T�bet por las tropas de Mao Zedong, fue terminar con la regla que obligaba a sus invitados a sentarse en sillas m�s bajas que la suya para no superarle en altura, como hab�a sido tradici�n en la corte tibetana. Leyendo como �l mismo lo cuenta en su biograf�a, Libertad en el Exilio (i990), uno no puede dejar de imaginar que habr�a sido mucho m�s inc�modo entrevistarle antes de que descubriera que los formalismos le �alejaban de la gente�.

El Dalai Lama te recibe estos d�as saliendo al porche, cogi�ndote de la mano y llev�ndote hacia el interior de su casa mientras, por el camino, te pregunta por la familia y el trabajo con la naturalidad de un amigo de toda la vida.

Nacido el seis de julio de 1935 en una peque�a aldea del nordeste del T�bet, Tenzin Gyatso fue identificado, a los dos a�os, por una expedici�n de religiosos del T�bet, como la reencarnaci�n del fallecido XIII Dalai Lama y conducido poco despu�s a Lhasa. All�, en su nuevo palacio de 1.000 habitaciones, fue aclamado por su pueblo con el nombre de Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Tenzin Gyatso (Se�or Sagrado, Gloria Gentil, Elocuencia, Reencarnaci�n de la Compasi�n, Ilustrado Defensor de la Fe, Oc�ano de Sabidur�a).

P. Me preguntaba qu� so�� el Dalai Lama la pasada noche.

R. Creo que nada. Pero hace dos d�as me vinieron a ver en sue�os mis antiguos tutores. Me sorprendi� porque en lugar de saludarles a la manera tibetana lo hac�ad�ndoles la mano y dici�ndoles �good morning� (buenos d�as). Cuando me levant� me sent� muy feliz.

P. �Sue�a en alguna ocasi�n Su Santidad que es otra persona diferente al Dalai Lama?

R. En realidad, en mis sue�os, casi nunca me considero a m� mismo el Dalai Lama, sino un monje budista m�s. Cuando algunas veces aparecen mujeres en esos sue�os, enseguida me doy cuenta que soy un monje y que debo tener cuidado. Otras veces, en mis sue�os, estoy en medio de una pelea y de nuevo recuerdo que soy un monje y que no deber�a golpear a nadie.

P. �Se acercan tambi�n las mujeres al Dalai Lama en la vida real?

R. Uh, s�. En la realidad tambi�n, por supuesto. Bueno, en la vida real incluso m�s (risas). Creo que al menos he tenido i0 propuestas matrimoniales de mujeres que quer�an casarse conmigo, algunas incluso me lo han pedido llorando.

P. Muchos hombres le envidiar�an.

R. Yo les he dicho a esas mujeres que pensar de esta forma es un error y desde el punto de vista del budismo un pecado. Les digo que me deber�an considerar como a un hermano.

P. Un monje budista tiene 253 reglas que respetar. �Es el celibato la m�s dif�cil de cumplir para Su Santidad?

R. Hay cuatro principales: evitar el sexo, no matar, no robar y no mentir. Siempre hay un peligro en la referente a la mentira por la tentaci�n de aprovecharme de mi posici�n. Matar a otra persona no est� entre los peligros y robar (hmmm), creo que tampoco. As� que de las cuatro, supongo que el deseo sexual es la m�s dif�cil. Por supuesto que los pensamientos vienen a mi cabeza, como ser humano que soy (risas). Cuando estaba en el T�bet nunca encontr� demasiados problemas para mantener el celibato, pero en el exilio, al entrar en contacto con m�s gente... Lo que tambi�n he notado es que las personas casadas, a pesar de disfrutar de libertad sexual, tienen otras preocupaciones. Ten�a un amigo monje que decidi� casarse y tuvo un beb� y se quejaba de que no pod�a dormir por las noches... (risas).

P. �Ha pensado alguna vez c�mo habr�a sido ser padre?

R. No s� Para algunas cosas tengo mucha paciencia, pero para otras no tanta.

P. �Tiene quiz� el Dalai Lama un car�cter fuerte?

R. Oh, s�, s�. Si los ni�os fueran gamberros, no sabr�a qu� hacer. Algunas veces veo a las madres con ni�os que no paran de llorar y llorar, pero ellas no dejan de mostrarles compasi�n y esto lo admiro mucho.

Transmite el Dalai Lama algo de la paz de Mahatma Gandhi, la determinaci�n de Nelson Mandela y el optimismo a prueba de realidades de... Tenzin Gyatso.

�l asegura que es �un hombre feliz a pesar de las circunstancias� y que su carcajada f�cil es herencia de familia.

En el caj�n de los d�as tristes siempre encuentra, en primer lugar, el 3i de marzo de 1959, el d�a que tuvo que abandonar el T�bet. Despu�s de 24 d�as de odisea a trav�s de la nieve, ocult�ndose de las tropas chinas, el entonces joven l�der tibetano lleg� a la frontera con La India y se despidi� de los guardaespaldas que le hab�an ayudado a escapar y de un pueblo que ve�a marcharse a su �ltima esperanza.

El Reino de las Nieves hab�a sido invadido una d�cada antes por el Ej�rcito de Liberaci�n Popular y la represi�n se hab�a hecho insostenible. �Cre� que servir�a mejor a los m�os desde fuera, tratando de buscar apoyo internacional para nuestra causa�, recuerda.

El �mensajero del altruismo� es hoy l�der de un Estado que s�lo existe en la imaginaci�n de quienes lo habitan, asentado en un pedazo de tierra prestado por el Gobierno indio, donde los impuestos son voluntarios y sus ciudadanos, sin pasaporte ni pa�s que les acepte, viven de la esperanza de volver alg�n d�a al T�bet. M�s de 130.000 tibetanos han seguido al Dalai Lama en el exilio �10.000 de ellos viven en Dharamsala� y Su Santidad recibe cada d�a a los nuevos refugiados que logran llegar a la peque�a Lhasa para escuchar, casi siempre con l�grimas en los ojos, sus historias.

Hace alg�n tiempo, en una de las partidas que lograron cruzar la frontera, se encontraba un monje que hab�a sido torturado y encarcelado por el Ej�rcito chino. Abatido, el religioso relat� c�mo durante su cautiverio hab�a pasado por un grave peligro. ��Qu� peligro fue ese?�, pregunt� el Dalai Lama. �El peligro de perder la compasi�n hacia los chinos�.

P. La destrucci�n cultural del T�bet parece imparable y el Dalai Lama pide a su pueblo sentimientos de compasi�n hacia quienes han tomado su pa�s y reprimen a su gente. �Todav�a piensa que la lucha pac�fica puede funcionar?

R. Yo creo firmemente que s�. Hay un cambio positivo en el pueblo chino y en grandes ciudades, como Beijing o Shanghai, la gente muestra cada vez m�s respeto hacia el T�bet y se siente m�s cercana a nosotros. Si nos hubi�ramos dedicado a matar chinos esto jam�s se habr�a conseguido. A largo plazo, para que los tibetanos vivamos felices y en paz con nosotros mismos, es esencial que logremos nuestros objetivos sin violencia.

P. No parece esa la opci�n m�s popular entre los l�deres del mundo estos d�as.

R. (Carcajadas). No, no, las cosas est�n muy complicadas.

P. Atentados constantes, guerras en Afganist�n e Irak, Oriente Medio sumido en el caos. �Existe ese choque de civilizaciones que algunos ven entre musulmanes y cristianos, Oriente y Occidente, pobres y ricos?

R. Este no es un conflicto que se haya desarrollado en los �ltimos a�os como consecuencia de un suceso en particular [atentados del 11-S], sino que ha germinado a trav�s de varios siglos o, al menos, varias d�cadas. La soluci�n, por lo tanto, tambi�n llevar� tiempo y necesita de mucha paciencia y determinaci�n. Los mundos musulm�n y cristiano se encuentran enfrentados y deben esforzarse por contactar entre ellos: los estudiantes, los hombres de negocios, los pol�ticos, todo el mundo, en uno y otro lado, debe acercarse y relacionarse m�s.

Uno de los episodios m�s desconocidos de la biograf�a del Dalai Lama es que durante su juventud se afili� al Partido Comunista Chino e incluso lleg� a ocupar un puesto en el Gobierno de Mao Zedong. Tras la invasi�n del T�bet, un entonces novel Dalai Lama de i9 a�os, viendo que la ocupaci�n era irreversible, viaj� a Pek�n para negociar la autonom�a del T�bet con el Gran Timonel. Tenzin Gyatso lleg� a sentir una gran admiraci�n por el revolucionario chino y por su idea de crear una sociedad sin clases. El altruismo que pregonaba el marxismo parec�a guardar ciertas similitudes con el budismo y, durante su estancia en China, el Dalai Lama sinti� que Mao le trataba �como a un hijo�, d�ndole incluso de comer con sus propios palillos durante las recepciones oficiales. La decepci�n no tard� en llegar: las promesas de respetar el T�bet fueron incumplidas y Su Santidad descubri� que en la utop�a mao�sta no hab�a lugar para la libertad individual ni la compasi�n.

P. En alguna ocasi�n ha dicho que se considera medio comunista, �qu� hay de la otra mitad?

R. Si tuviera que elegir entre capitalismo y socialismo, no hay duda, me declarar�a socialista. Aparte, entre los socialistas, est�n los comunistas, que quieren eliminar las clases y la explotaci�n trabajadora y distribuir la riqueza con igualdad, unas ideas que considero justas. El problema es que los partidos marxistas eventualmente se vuelven dictatoriales, porque ponen demasiado �nfasis en el odio y dejan de lado la compasi�n, desprecian los valores humanos. El capitalismo, por su parte, me parece que tambi�n tiene sus excesos: se basa en crear riqueza r�pida y para conseguirlo, a veces utiliza la explotaci�n. Ambos sue�an con cambiar las cosas...

La visita del Dalai Lama a Espa�a en la segunda semana de octubre ser� la cuarta desde 1982 y, como en otras ocasiones, ning�n miembro del Gobierno le recibir� para evitar enfadar a una China cada vez m�s golosa comercialmente y que considera a Tenzin Gyatso un separatista peligroso. En la sala de visitas donde recibe a sus invitados, aparte de una chillona moqueta verde, un cuadro torcido con el mapa del T�bet y varios muebles deslucidos por el paso del tiempo, Su Santidad ha colgado los premios y placas recibidos todos estos a�os. Una de ellas est� firmada por el Cuerpo Nacional de Polic�a de Barcelona y le fue entregada �con admiraci�n� en su �ltima visita a Espa�a hace seis a�os.

No deja de ser una de las grandes contradicciones de la causa tibetana que, a pesar del apoyo de actores famosos como Richard Gere y de la simpat�a que su causa despierta, ning�n pa�s haya hecho nunca nada concreto por ella. Durante los a�os 60 EEUU distribuy� armas entre una guerrilla tibetana, pero el Dalai Lama nunca agradeci� el gesto porque iba contra su pol�tica de no violencia y estaba motivado por la intenci�n americana de frenar el comunismo y no de ayudar al T�bet. �Al contrario que Irak, por ahora, no se ha descubierto petr�leo en el T�bet�, comenta con sarcasmo.

De sus anteriores visitas a Espa�a, el Dalai Lama recuerda, sobre todo, la locura de los horarios. �Mis actividades del d�a nunca empezaban antes de las ocho de la ma�ana. �Uf! Demasiado tarde, demasiado tarde�, repite. Las ocho de la ma�ana es �demasiado tarde�, sin duda, cuando uno se levanta a las cuatro de la ma�ana. Un d�a ordinario en la vida de Tenzin Gyatso en Dharamsala viene a ser algo as�: nada m�s despertarse dedica 45 minutos a la meditaci�n, despu�s se da un ba�o, pasea por el jard�n y las 5.15 desayuna. Con el est�mago lleno empiezan varias horas de estudios �filosof�a budista, escrituras antiguas, historia...� y la lectura de la prensa. A partir de las 13.00 recibe audiencias y trata los asuntos del Gobierno tibetano en el exilio hasta las 17.30. A las 18.30 llega la hora de uno de sus pocos vicios: escuchar el bolet�n de la BBC World Service. De nuevo meditaci�n, rezos y, a las 20.30, a dormir (�la forma de meditaci�n de todas las personas�). Sus aficiones por la fotograf�a antigua, la reparaci�n de relojes antiguos y el tiro con escopeta ��s�lo para asustar a los p�jaros, porque los budistas no podemos matar a ning�n ser vivo�� han quedado casi en el olvido por falta de tiempo.

El Dalai Lama es, superando en esto al tambi�n viajero Juan Pablo II, el l�der religioso que m�s se desplaza por el mundo (casi 200 viajes desde que se exili�). La �reencarnaci�n de la compasi�n� nunca parte, sin embargo, con la misi�n de promover su fe, hacer m�s popular a Buda o convencer de sus ideales a nadie. Prefiere dedicar el tiempo a hablar del altruismo ��cuando nos preocupamos menos por nosotros la experiencia de nuestros propios sufrimientos tambi�n es menos intensa�� y de los �principios morales seculares� que �l considera por encima de todas las religiones. Sin pretenderlo, el Dalai Lama se ha convertido en una celebridad internacional, invitado a dar conferencias en todo el mundo sobre su �Justicia Universal�, sus gu�as para ser una mejor persona y la ruta para encontrar lo que llama �el camino medio�, ese punto de acuerdo que siempre puede alcanzarse cuando se deja de pensar s�lo en uno mismo.

P. Holanda y Canad� han aprobado los matrimonios entre gays. �Qu� le parece?

R. Aqu� yo har�a una distinci�n. Hay religiones, incluido el budismo, que consideran las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo como una conducta sexual err�nea. Algunas parejas homosexuales vienen a verme y me piden que �bendiga� su situaci�n y esto no es posible. Ahora bien, si como seres humanos y no como fieles, dos personas que tienen el mismo instrumento [genitales], encuentran satisfacci�n de esa forma, si los dos est�n de acuerdo y son felices, entonces me parece bien. Creo que los gays no deben ser discriminados, merecen los derechos de cualquier ciudadano. Y si, adem�s, la ley permite los matrimonios, entonces me parece bien que se casen. Incluso si son dos se�ores ya viejos o dos se�oras mayores (carcajadas).

El Dalai Lama cree tambi�n aceptable el aborto si se dan circunstancias especiales, no descarta que en el futuro su lugar lo ocupe una mujer y piensa que �la clonaci�n puede ser buena si tiene como motivaci�n un beneficio m�dico�. Unas ideas liberales que se mezclan con firmes convicciones religiosas. Entre ellas est� la de la reencarnaci�n, que le ofrece la certeza de que volver� a ver el T�bet, si no en esta vida, en la pr�xima. Nada volver� a ser como antes. La peque�a c�rcel de Shol, aquella sobre la que el infante Dalai Lama ten�a una vista privilegiada desde el palacio de Potala, es hoy un complejo para miles de presos repartidos en campos de trabajos forzados y centros de reeducaci�n cuyos patios est�n ocupados por aquellos que no renuncian a seguir venerando al hombre que consideran una especie de dios viviente. �De forma intencionada o no, se est� cometiendo un genocidio cultural�, explica Su Santidad, perdiendo por primera vez la sonrisa. �La masiva emigraci�n de poblaci�n china ha convertido a los tibetanos en una minor�a discriminada. Las tiendas, los restaurantes, todo est� en manos de los chinos, la vida y la cultura est�n cambiando. El tiempo se est� agotando para salvar el T�bet�.

Quiz� porque se sabe indispensable para el futuro de los suyos, tal vez porque nunca se ha perdonado del todo haberse marchado, este simple monje se resiste a pensar en el final para el que ha sido preparado desde la infancia. �En la tradici�n tibetana tenemos una pr�ctica que consiste en la imaginaci�n de la muerte. A menudo me he preguntado si al llegar el momento ser� capaz de marcharme con coraje. Por una parte, si falleciera hoy, no me preocupar�a demasiado, pues creo que he hecho un buen servicio y he ayudado a otros, pero cuando pienso en el T�bet..., entonces creo que no deber�a morirme a�n�.


 
 
 
En lo que creen

Por Isabel Azcona
La religi�n budista surgi� en La India hace 2.500 a�os y fue fundada por el pr�ncipe Siddharta Gautama, conocido como Buda. El Dalai Lama es la XIV reencarnaci�n de Chen Chenrezig, Buda de la Compasi�n. En esta religi�n no hay dioses, sino diferentes budas. Un buda surge en la persona que ha llegado a la perfecci�n y adquiere el estado de budeidad, la iluminaci�n o nirvana, y se libera del ciclo de reencarnaciones (aunque excepcionalmente sea un �bodhi satra� y se vuelva a reencarnar, como en el caso de Chen Chenrezig). Ser budista significa pertenecer a una comunidad de personas que siguen las ense�anzas del Dharma, el libro de Buda. Sin embargo, los budistas no le rezan a un dios creador, simplemente llevan a cabo pr�cticas meditativas piadosas que pueden compararse con los rezos de otras tradiciones espirituales. Ellos creen que cuando se repiten una serie de palabras y sonidos o mantras se despierta una energ�a interior positiva. Cuando un mantra es repetido durante largo tiempo, la mente se abre hacia un estado de conciencia que est� m�s all� de palabras y pensamientos, lo que ellos llaman el nirvana. Para convertirse al budismo s�lo hay que observar cinco preceptos, parecidos a los 10 mandamientos del cristianismo: no matar ni herir a ning�n ser vivo, no robar, no entregarse al exceso sexual, no mentir, no beber alcohol ni ingerir sustancias t�xicas. De los 253 preceptos, los monjes o monjas, adem�s, tienen que prometer otros cinco, como m�nimo: no comer despu�s del mediod�a, no bailar o participar en espect�culos, no usar adornos ni perfumes, utilizar asientos y camas que no sean amplios y lujosos, no aceptar oro, plata o joyas.Adem�s, van vestidos con una t�nica de color azafr�n, la cabeza rapada y un cord�n de 108 bolas para rezar. El ideal de vida de un budista no es llegar a ser un hombre santo, sino una persona iluminada. Toda la austeridad se encamina a apagar el deseo interior con el fin de poseer la libertad necesaria para el ejercicio de la meditaci�n. Si al morir est� libre de todo apego a la vida f�sica entrar� definitivamente en el nirvana y su alma se reencarnar�. El budismo cuenta con 400 millones de seguidores y se ha convertido en la cuarta religi�n del mundo, tras el cristianismo, el islam y el hinduismo. Unas 20.000 personas lo practican en nuestro pa�s.
 
 
 
 
Viaje a Espa�a


El Dalai Lama estar� en nuestro pa�s los d�as 8 y 9 de octubre. Mi�rcoles 8 de octubre de 2003. Llegada al aeropuerto madrile�o de Barajas. 10.00 h: desayuno conferencia en el Club Siglo XXI, Hotel Eurobuilding. T�tulo de la conferencia: ��tica Secular�. 11.15 h: reuni�n de Prensa en el Hotel Eurobuilding. 16.00 h: conferencia en la sede de la Fundaci�n FRIDE (Fundaci�n para las Relaciones Internacionales y el Di�logo Exterior). T�tulo de la conferencia: �Una aproximaci�n humana a la Paz Mundial�. Jueves 9 de octubre de 2003. Entrega a S.S. el Dalai Lama del Premio de la Fundaci�n Jaime Brunet 2001 a la promoci�n de Derechos Humanos. 16.00 h: conferencia P�blica en el Auditorio Pr�ncipe Felipe del Hotel Auditorium de Madrid. T�tulo de la Conferencia: �Responsabilidad Universal�. Entradas a la venta en Servicaixa, Tel.: 902 33 22 11. Precio: de 15 a 25 euros.
 
 
 
 
Su hermana y mano derecha

por Guy Cochard
Su Santidad el Dalai Lama no podr�a encontrar mejor embajadora que su hermana peque�a Jetsun Pema, una mujer sonriente y elegante que acaba de cruzar el umbral de la sesentena. Quiz�s, esta mujer a la que el Parlamento tibetano concedi� el t�tulo de �Peque�a Madre del T�bet�, estuviese ya predestinada al papel que est� cumpliendo hoy.

Tal y como cuenta en el libro Para que florezca el mundo, a la muerte de Archala, su hermana mayor, en 1964, el Dalai Lama le confi� la direcci�n de las aldeas infantiles, entre las que se encontraban tres orfelinatos. En aquel entonces, Jetsun ten�a s�lo 24 a�os y muy poca experiencia, a pesar de que hablaba un perfecto ingl�s aprendido en La India y en Europa durante sus a�os de estudiante. �Nuestra hermana mayor, que ten�a 20 a�os m�s que yo, hab�a sido la iniciadora de las aldeas infantiles, The Tibetan Children�s Villages, que acog�an, desde 1960, en Dharamsala a los primeros refugiados procedentes de los campos de Sikkim, But�n o Nepal, tras haber huido del T�bet, arrasado por las tropas chinas. Afortunadamente est�bamos acostumbrados a las familias numerosas. Mi madre, a la que llam�bamos Amala, dio a luz a 16 hijos de los que murieron nueve�.

Jetsun Pema se instal� en Dharamsala en 1964. �Tras haber abandonado el T�bet a los 9 a�os para ir primero a La India y, despu�s, a Occidente, me encontraba, 15 a�os despu�s, en territorio desconocido y me daba la sensaci�n de ser una marciana�. La joven ya no hablaba demasiado bien el tibetano y no sab�a leerlo y, mucho menos, escribirlo. �En las ceremonias religiosas era incapaz de recitar la m�s m�nima plegaria. Pero en aquella �poca la situaci�n era tan desesperada que me dije que los ni�os y los enfermos estaban por delante de la lengua. Despu�s, con la pr�ctica, el tibetano me vino por s� solo. Hoy, en todas las escuelas, los ni�os aprenden y hablan tibetano e ingl�s desde su m�s tierna infancia�.

En 1965 llegaron a La India cerca de 100.000 refugiados, entre ellos miles de ni�os enfermos, agotados y desnutridos. �La situaci�n era tremenda, pero la ayuda nos lleg� del mundo entero. El Pandit Nehru fue nuestro protector excepcional, as� como su hija Indira Gandhi, a pesar de las presiones del Gobierno chino�. Poco a poco, la vida se fue organizando. Desgraciadamente, el clima caliente y h�medo de Dharamsala no les sienta bien a los tibetanos, acostumbrados a las alturas, y muchos murieron. �Ante este oc�ano de miseria, a veces sent�a un poco de des�nimo. Entonces iba a hablar unos cuantos minutos con Su Santidad, para que me ayudase a encontrar las soluciones m�s adecuadas a mis innumerables problemas. �l nunca se quejaba y viv�a tan humildemente como los m�s humildes de sus fieles. Estos peque�os momentos pasados con mi hermano me aportaban un enorme consuelo�.

Unos a�os despu�s, el Dalai Lama introdujo a su hermana en el Gobierno. �Aguant� tres a�os, pero ese tipo de puesto no me conven�a realmente y le ped� a Su Santidad que me dejase salir para dedicarme por completo a los ni�os�.

Desde el comienzo del exilio en Dharamsala, el Dalai Lama puso el acento sobre la educaci�n y la pedagog�a. Hab�a que formar r�pidamente profesores para esos miles de ni�os exiliados. Es decir, abrirse al mundo, pero conservando las propias ra�ces. �sta era la voluntad del Jefe espiritual de este pueblo desorientado, cuyo futuro se anunciaba incierto. Y a pesar de una inquebrantable voluntad de volver, los m�s sabios comprendieron enseguida que su tierra se cerraba para ellos indefinidamente.

Jetsun Pema particip� en la construcci�n de este nuevo mundo que los exiliados ten�an que crear desde cero. �Para lograrlo necesit�bamos no s�lo confiar en el trabajo, sino tambi�n en la fe. El budismo me ha ayudado en cada instante de mi vida. La espiritualidad tibetana nos hace m�s fuertes, m�s serenos y espero que m�s sabios�.

En 2001, m�s de 3.000 tibetanos cruzaron la frontera huyendo de la opresi�n china. A todos ellos hubo que alojarlos, encontrarles trabajo y, sobre todo, ocuparse de sus hijos. �No s� cu�nto durar�, pero si sigue as�, pronto no quedar�n ya tibetanos en el T�bet�.

Cuando se le pregunta qu� piensa de estos a�os, su rostro refleja serenidad y tristeza a la vez. ��Han pasado tantas cosas! Tuve momentos de felicidad intensa, con los ni�os de las aldeas a los que intent� volver a dar la alegr�a de vivir y la esperanza en el futuro. Pero lo cierto es que tambi�n me equivoqu�. Por ejemplo, temo haber descuidado a mis propios hijos, demasiado absorta en mi tarea y en mis viajes. Adem�s, perd� a mi primer marido, Lhundup Gyalpo en un accidente de coche, en un momento en que le necesitaba tanto... Para nosotros, los desenraizados, la felicidad es casi inaccesible, porque echamos tanto de menos nuestra tierra...
 
 
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