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BUDISMO | ENCUENTRO CON EL DALAI LAMA
�He tenido 10 propuestas de matrimonio� Su Santidad el Dalai Lama recibe al periodista como a un amigo de siempre, saliendo al porche de su sencilla residencia de Dharamsala, en La India. En la conversaci�n, el desterrado del T�bet habla de sus sue�os, de pol�tica y se declara a favor del amor gay y el aborto en determinados casos. A sus 68 a�os, este ex miembro del Partido Comunista chino que se decanta por el socialismo, recomienda a musulmanes y cristianos acercarse m�s. En octubre visitar� Espa�a, pero el Gobierno no le recibir� por no enfadar a China, que le considera un separatista peligroso. por David Jim�nez fotograf�as de �ngel L�pez Soto De ni�o, a Tenzin Gyatso le gustaba encaramarse hasta una de las terrazas del palacio de Potala, en la capital tibetana de Lhasa, desplegar su viejo telescopio y otear el horizonte hasta dar con el patio de la c�rcel estatal de Shol. Los presos, al descubrirle, sol�an dejar lo que estuvieran haciendo para postrarse en la distancia ante el peque�o monje de sonrisa abierta y brillantes ojos negros que se sonrojaba ante las muestras de devoci�n. Aquel muchacho travieso acaba de cumplir 68 a�os y conserva intacto el humor infantil que le ha llevado a re�rse tantas veces de esa contradicci�n que le ha perseguido toda la vida: la gente siempre trat�ndole como si fuera un Dios y �l empe�ado en comportarse como si no lo fuera. �No soy m�s que un simple monje�, protesta el XIV Dalai Lama, consciente de que, al menos en esto, no se le hace mucho caso. La sencilla residencia del l�der espiritual, religioso y pol�tico del T�bet, Premio Nobel de la Paz i989 y s�mbolo de la resistencia no violenta en el mundo, tiene unas envidiables vistas de las puestas de sol del valle de Kangra, en la remota localidad india de Dharamsala, a 8.000 kil�metros de Espa�a. Lo primero que hizo al exiliarse aqu� en i959, tras la invasi�n del T�bet por las tropas de Mao Zedong, fue terminar con la regla que obligaba a sus invitados a sentarse en sillas m�s bajas que la suya para no superarle en altura, como hab�a sido tradici�n en la corte tibetana. Leyendo como �l mismo lo cuenta en su biograf�a, Libertad en el Exilio (i990), uno no puede dejar de imaginar que habr�a sido mucho m�s inc�modo entrevistarle antes de que descubriera que los formalismos le �alejaban de la gente�. El Dalai Lama te recibe estos d�as saliendo al porche, cogi�ndote de la mano y llev�ndote hacia el interior de su casa mientras, por el camino, te pregunta por la familia y el trabajo con la naturalidad de un amigo de toda la vida. Nacido el seis de julio de 1935 en una peque�a aldea del nordeste del T�bet, Tenzin Gyatso fue identificado, a los dos a�os, por una expedici�n de religiosos del T�bet, como la reencarnaci�n del fallecido XIII Dalai Lama y conducido poco despu�s a Lhasa. All�, en su nuevo palacio de 1.000 habitaciones, fue aclamado por su pueblo con el nombre de Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Tenzin Gyatso (Se�or Sagrado, Gloria Gentil, Elocuencia, Reencarnaci�n de la Compasi�n, Ilustrado Defensor de la Fe, Oc�ano de Sabidur�a). P. Me preguntaba qu� so�� el Dalai Lama la pasada noche. R. Creo que nada. Pero hace dos d�as me vinieron a ver en sue�os mis antiguos tutores. Me sorprendi� porque en lugar de saludarles a la manera tibetana lo hac�ad�ndoles la mano y dici�ndoles �good morning� (buenos d�as). Cuando me levant� me sent� muy feliz. P. �Sue�a en alguna ocasi�n Su Santidad que es otra persona diferente al Dalai Lama? R. En realidad, en mis sue�os, casi nunca me considero a m� mismo el Dalai Lama, sino un monje budista m�s. Cuando algunas veces aparecen mujeres en esos sue�os, enseguida me doy cuenta que soy un monje y que debo tener cuidado. Otras veces, en mis sue�os, estoy en medio de una pelea y de nuevo recuerdo que soy un monje y que no deber�a golpear a nadie. P. �Se acercan tambi�n las mujeres al Dalai Lama en la vida real? R. Uh, s�. En la realidad tambi�n, por supuesto. Bueno, en la vida real incluso m�s (risas). Creo que al menos he tenido i0 propuestas matrimoniales de mujeres que quer�an casarse conmigo, algunas incluso me lo han pedido llorando. P. Muchos hombres le envidiar�an. R. Yo les he dicho a esas mujeres que pensar de esta forma es un error y desde el punto de vista del budismo un pecado. Les digo que me deber�an considerar como a un hermano. P. Un monje budista tiene 253 reglas que respetar. �Es el celibato la m�s dif�cil de cumplir para Su Santidad? R. Hay cuatro principales: evitar el sexo, no matar, no robar y no mentir. Siempre hay un peligro en la referente a la mentira por la tentaci�n de aprovecharme de mi posici�n. Matar a otra persona no est� entre los peligros y robar (hmmm), creo que tampoco. As� que de las cuatro, supongo que el deseo sexual es la m�s dif�cil. Por supuesto que los pensamientos vienen a mi cabeza, como ser humano que soy (risas). Cuando estaba en el T�bet nunca encontr� demasiados problemas para mantener el celibato, pero en el exilio, al entrar en contacto con m�s gente... Lo que tambi�n he notado es que las personas casadas, a pesar de disfrutar de libertad sexual, tienen otras preocupaciones. Ten�a un amigo monje que decidi� casarse y tuvo un beb� y se quejaba de que no pod�a dormir por las noches... (risas). P. �Ha pensado alguna vez c�mo habr�a sido ser padre? R. No s� Para algunas cosas tengo mucha paciencia, pero para otras no tanta. P. �Tiene quiz� el Dalai Lama un car�cter fuerte? R. Oh, s�, s�. Si los ni�os fueran gamberros, no sabr�a qu� hacer. Algunas veces veo a las madres con ni�os que no paran de llorar y llorar, pero ellas no dejan de mostrarles compasi�n y esto lo admiro mucho. Transmite el Dalai Lama algo de la paz de Mahatma Gandhi, la determinaci�n de Nelson Mandela y el optimismo a prueba de realidades de... Tenzin Gyatso. �l asegura que es �un hombre feliz a pesar de las circunstancias� y que su carcajada f�cil es herencia de familia. En el caj�n de los d�as tristes siempre encuentra, en primer lugar, el 3i de marzo de 1959, el d�a que tuvo que abandonar el T�bet. Despu�s de 24 d�as de odisea a trav�s de la nieve, ocult�ndose de las tropas chinas, el entonces joven l�der tibetano lleg� a la frontera con La India y se despidi� de los guardaespaldas que le hab�an ayudado a escapar y de un pueblo que ve�a marcharse a su �ltima esperanza. El Reino de las Nieves hab�a sido invadido una d�cada antes por el Ej�rcito de Liberaci�n Popular y la represi�n se hab�a hecho insostenible. �Cre� que servir�a mejor a los m�os desde fuera, tratando de buscar apoyo internacional para nuestra causa�, recuerda. El �mensajero del altruismo� es hoy l�der de un Estado que s�lo existe en la imaginaci�n de quienes lo habitan, asentado en un pedazo de tierra prestado por el Gobierno indio, donde los impuestos son voluntarios y sus ciudadanos, sin pasaporte ni pa�s que les acepte, viven de la esperanza de volver alg�n d�a al T�bet. M�s de 130.000 tibetanos han seguido al Dalai Lama en el exilio �10.000 de ellos viven en Dharamsala� y Su Santidad recibe cada d�a a los nuevos refugiados que logran llegar a la peque�a Lhasa para escuchar, casi siempre con l�grimas en los ojos, sus historias. Hace alg�n tiempo, en una de las partidas que lograron cruzar la frontera, se encontraba un monje que hab�a sido torturado y encarcelado por el Ej�rcito chino. Abatido, el religioso relat� c�mo durante su cautiverio hab�a pasado por un grave peligro. ��Qu� peligro fue ese?�, pregunt� el Dalai Lama. �El peligro de perder la compasi�n hacia los chinos�. P. La destrucci�n cultural del T�bet parece imparable y el Dalai Lama pide a su pueblo sentimientos de compasi�n hacia quienes han tomado su pa�s y reprimen a su gente. �Todav�a piensa que la lucha pac�fica puede funcionar? R. Yo creo firmemente que s�. Hay un cambio positivo en el pueblo chino y en grandes ciudades, como Beijing o Shanghai, la gente muestra cada vez m�s respeto hacia el T�bet y se siente m�s cercana a nosotros. Si nos hubi�ramos dedicado a matar chinos esto jam�s se habr�a conseguido. A largo plazo, para que los tibetanos vivamos felices y en paz con nosotros mismos, es esencial que logremos nuestros objetivos sin violencia. P. No parece esa la opci�n m�s popular entre los l�deres del mundo estos d�as. R. (Carcajadas). No, no, las cosas est�n muy complicadas. P. Atentados constantes, guerras en Afganist�n e Irak, Oriente Medio sumido en el caos. �Existe ese choque de civilizaciones que algunos ven entre musulmanes y cristianos, Oriente y Occidente, pobres y ricos? R. Este no es un conflicto que se haya desarrollado en los �ltimos a�os como consecuencia de un suceso en particular [atentados del 11-S], sino que ha germinado a trav�s de varios siglos o, al menos, varias d�cadas. La soluci�n, por lo tanto, tambi�n llevar� tiempo y necesita de mucha paciencia y determinaci�n. Los mundos musulm�n y cristiano se encuentran enfrentados y deben esforzarse por contactar entre ellos: los estudiantes, los hombres de negocios, los pol�ticos, todo el mundo, en uno y otro lado, debe acercarse y relacionarse m�s. Uno de los episodios m�s desconocidos de la biograf�a del Dalai Lama es que durante su juventud se afili� al Partido Comunista Chino e incluso lleg� a ocupar un puesto en el Gobierno de Mao Zedong. Tras la invasi�n del T�bet, un entonces novel Dalai Lama de i9 a�os, viendo que la ocupaci�n era irreversible, viaj� a Pek�n para negociar la autonom�a del T�bet con el Gran Timonel. Tenzin Gyatso lleg� a sentir una gran admiraci�n por el revolucionario chino y por su idea de crear una sociedad sin clases. El altruismo que pregonaba el marxismo parec�a guardar ciertas similitudes con el budismo y, durante su estancia en China, el Dalai Lama sinti� que Mao le trataba �como a un hijo�, d�ndole incluso de comer con sus propios palillos durante las recepciones oficiales. La decepci�n no tard� en llegar: las promesas de respetar el T�bet fueron incumplidas y Su Santidad descubri� que en la utop�a mao�sta no hab�a lugar para la libertad individual ni la compasi�n. P. En alguna ocasi�n ha dicho que se considera medio comunista, �qu� hay de la otra mitad? R. Si tuviera que elegir entre capitalismo y socialismo, no hay duda, me declarar�a socialista. Aparte, entre los socialistas, est�n los comunistas, que quieren eliminar las clases y la explotaci�n trabajadora y distribuir la riqueza con igualdad, unas ideas que considero justas. El problema es que los partidos marxistas eventualmente se vuelven dictatoriales, porque ponen demasiado �nfasis en el odio y dejan de lado la compasi�n, desprecian los valores humanos. El capitalismo, por su parte, me parece que tambi�n tiene sus excesos: se basa en crear riqueza r�pida y para conseguirlo, a veces utiliza la explotaci�n. Ambos sue�an con cambiar las cosas... La visita del Dalai Lama a Espa�a en la segunda semana de octubre ser� la cuarta desde 1982 y, como en otras ocasiones, ning�n miembro del Gobierno le recibir� para evitar enfadar a una China cada vez m�s golosa comercialmente y que considera a Tenzin Gyatso un separatista peligroso. En la sala de visitas donde recibe a sus invitados, aparte de una chillona moqueta verde, un cuadro torcido con el mapa del T�bet y varios muebles deslucidos por el paso del tiempo, Su Santidad ha colgado los premios y placas recibidos todos estos a�os. Una de ellas est� firmada por el Cuerpo Nacional de Polic�a de Barcelona y le fue entregada �con admiraci�n� en su �ltima visita a Espa�a hace seis a�os. No deja de ser una de las grandes contradicciones de la causa tibetana que, a pesar del apoyo de actores famosos como Richard Gere y de la simpat�a que su causa despierta, ning�n pa�s haya hecho nunca nada concreto por ella. Durante los a�os 60 EEUU distribuy� armas entre una guerrilla tibetana, pero el Dalai Lama nunca agradeci� el gesto porque iba contra su pol�tica de no violencia y estaba motivado por la intenci�n americana de frenar el comunismo y no de ayudar al T�bet. �Al contrario que Irak, por ahora, no se ha descubierto petr�leo en el T�bet�, comenta con sarcasmo. De sus anteriores visitas a Espa�a, el Dalai Lama recuerda, sobre todo, la locura de los horarios. �Mis actividades del d�a nunca empezaban antes de las ocho de la ma�ana. �Uf! Demasiado tarde, demasiado tarde�, repite. Las ocho de la ma�ana es �demasiado tarde�, sin duda, cuando uno se levanta a las cuatro de la ma�ana. Un d�a ordinario en la vida de Tenzin Gyatso en Dharamsala viene a ser algo as�: nada m�s despertarse dedica 45 minutos a la meditaci�n, despu�s se da un ba�o, pasea por el jard�n y las 5.15 desayuna. Con el est�mago lleno empiezan varias horas de estudios �filosof�a budista, escrituras antiguas, historia...� y la lectura de la prensa. A partir de las 13.00 recibe audiencias y trata los asuntos del Gobierno tibetano en el exilio hasta las 17.30. A las 18.30 llega la hora de uno de sus pocos vicios: escuchar el bolet�n de la BBC World Service. De nuevo meditaci�n, rezos y, a las 20.30, a dormir (�la forma de meditaci�n de todas las personas�). Sus aficiones por la fotograf�a antigua, la reparaci�n de relojes antiguos y el tiro con escopeta ��s�lo para asustar a los p�jaros, porque los budistas no podemos matar a ning�n ser vivo�� han quedado casi en el olvido por falta de tiempo. El Dalai Lama es, superando en esto al tambi�n viajero Juan Pablo II, el l�der religioso que m�s se desplaza por el mundo (casi 200 viajes desde que se exili�). La �reencarnaci�n de la compasi�n� nunca parte, sin embargo, con la misi�n de promover su fe, hacer m�s popular a Buda o convencer de sus ideales a nadie. Prefiere dedicar el tiempo a hablar del altruismo ��cuando nos preocupamos menos por nosotros la experiencia de nuestros propios sufrimientos tambi�n es menos intensa�� y de los �principios morales seculares� que �l considera por encima de todas las religiones. Sin pretenderlo, el Dalai Lama se ha convertido en una celebridad internacional, invitado a dar conferencias en todo el mundo sobre su �Justicia Universal�, sus gu�as para ser una mejor persona y la ruta para encontrar lo que llama �el camino medio�, ese punto de acuerdo que siempre puede alcanzarse cuando se deja de pensar s�lo en uno mismo. P. Holanda y Canad� han aprobado los matrimonios entre gays. �Qu� le parece? R. Aqu� yo har�a una distinci�n. Hay religiones, incluido el budismo, que consideran las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo como una conducta sexual err�nea. Algunas parejas homosexuales vienen a verme y me piden que �bendiga� su situaci�n y esto no es posible. Ahora bien, si como seres humanos y no como fieles, dos personas que tienen el mismo instrumento [genitales], encuentran satisfacci�n de esa forma, si los dos est�n de acuerdo y son felices, entonces me parece bien. Creo que los gays no deben ser discriminados, merecen los derechos de cualquier ciudadano. Y si, adem�s, la ley permite los matrimonios, entonces me parece bien que se casen. Incluso si son dos se�ores ya viejos o dos se�oras mayores (carcajadas). El Dalai Lama cree tambi�n aceptable el aborto si se dan circunstancias especiales, no descarta que en el futuro su lugar lo ocupe una mujer y piensa que �la clonaci�n puede ser buena si tiene como motivaci�n un beneficio m�dico�. Unas ideas liberales que se mezclan con firmes convicciones religiosas. Entre ellas est� la de la reencarnaci�n, que le ofrece la certeza de que volver� a ver el T�bet, si no en esta vida, en la pr�xima. Nada volver� a ser como antes. La peque�a c�rcel de Shol, aquella sobre la que el infante Dalai Lama ten�a una vista privilegiada desde el palacio de Potala, es hoy un complejo para miles de presos repartidos en campos de trabajos forzados y centros de reeducaci�n cuyos patios est�n ocupados por aquellos que no renuncian a seguir venerando al hombre que consideran una especie de dios viviente. �De forma intencionada o no, se est� cometiendo un genocidio cultural�, explica Su Santidad, perdiendo por primera vez la sonrisa. �La masiva emigraci�n de poblaci�n china ha convertido a los tibetanos en una minor�a discriminada. Las tiendas, los restaurantes, todo est� en manos de los chinos, la vida y la cultura est�n cambiando. El tiempo se est� agotando para salvar el T�bet�. Quiz� porque se sabe indispensable para el futuro de los suyos, tal vez porque nunca se ha perdonado del todo haberse marchado, este simple monje se resiste a pensar en el final para el que ha sido preparado desde la infancia. �En la tradici�n tibetana tenemos una pr�ctica que consiste en la imaginaci�n de la muerte. A menudo me he preguntado si al llegar el momento ser� capaz de marcharme con coraje. Por una parte, si falleciera hoy, no me preocupar�a demasiado, pues creo que he hecho un buen servicio y he ayudado a otros, pero cuando pienso en el T�bet..., entonces creo que no deber�a morirme a�n�. |
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